Os traigo en esta ocasión un poema de Antonio Machado sobre unos seres muy conocidos y no tan queridos por muchos.
Vosotras, las familiares |
inevitables golosas, |
vosotras, moscas vulgares |
me evocáis todas las cosas. |
¡Oh, viejas moscas voraces |
como abejas en abril, |
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viejas moscas pertinaces |
sobre mi calva infantil! |
Moscas de todas las horas |
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de infancia y adolescencia, |
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de mi juventud dorada; |
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de esta segunda inocencia, |
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que da en no creer en nada, |
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en nada. |
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¡Moscas del primer hastío |
en el salón familiar, |
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las claras tardes de estío |
en que yo empecé a soñar! |
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Y en la aborrecida escuela |
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raudas moscas divertidas, |
perseguidas, perseguidas |
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por amor de lo que vuela. |
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Yo sé que os habéis posado |
sobre el juguete encantado, |
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sobre el librote cerrado, |
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sobre la carta de amor, |
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sobre los párpados yertos |
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de los muertos. |
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Inevitables golosas, |
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que ni labráis como abejas, |
ni brilláis cual mariposas; |
pequeñitas, revoltosas, |
vosotras, amigas viejas, |
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me evocáis todas las cosas.
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